Todas aquellas personas que tejen y tienen gatos en casa, sabrán que no hay en el mundo ninguno que resista la tentación de jugar con el ovillo que utilizas. No tardan ni cinco segundos en aparecer y comenzar a tirar de la hebra, deslizar la madeja de un lado a otro o patearla sin ninguna contemplación. En sus caras se refleja la felicidad de tal manera que parecen sonreír. Ellos disfrutan y tú no puedes dejar de reír, convirtiendo ese momento en algo especial.
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